Un poquito de mi

¡Hola! ¡Bienvenidos!

Me complace compartir con ustedes un poquito de lo que soy, lo que pienso, lo que siento, por lo que vivo pero sobre todo, un poquito de todo aquello que me hace soñar.

Les invito a seguir las líneas que de alguna manera u otra van definiendo mi mundo.


¡Saludos! ¡Dios los bendiga!


No hay blog, ni sitio web que no pueda leerse al otro lado del mundo. No hay fronteras, ni visas ni muros.
Elsa Lever

miércoles, 15 de octubre de 2008

La universidad de la vida


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Cada semana, tumultos de personas caminan diariamente por el descuidado y agitado pasillo central de Humanidades. En medio de la algarabía y el calor pesado que se siente cuando uno transita por el lugar, se puede observar un desfile de personas; unas van más afanadas que otras, otras a duras penas se sienten cuando pasan.
Entre ellos se encuentra ella: angustiada, despeinada, un poco atribulada, con una empanada en la mano, con un pesado cuaderno en la otra. El reloj marca las horas; tic tac- tic tac, no se detiene. Del otro lado está él, totalmente callado, casi imperceptible, con la mirada en el piso, deambulando por el corredor como quién no tiene rumbo fijo. Más atrás están ellos, siempre presentes, con sus risas escandalosas, con sus cantos enloquecidos, con sus colores llamativos y con su ubicuo olor a nicotina. ¿Qué tienen ellos en común? Algo que no se ve a simple vista.
No se sabe de donde vienen, no se sabe a donde van, son puntos aislados de un sistema, que a lo mejor sólo coinciden en un lugar: la universidad. La universidad, pero no como entidad académica sino como esa por la cual pasamos todos los días y por la cual nunca dejamos de andar, como aquella que no distingue grado de estudios, tampoco clase social, es esta que nos enseña a todos por igual. Lejos de ser sólo una entidad académica, es una universidad que nos muestra la vida.
Puede que ninguno de ellos se conozca, a lo mejor sólo han cruzado unas miradas, alguna vez. Sin embargo, sea por el destino o el azar, todos, tienen algo que los une, un mismo lugar.
La declaración de sus principios no se encuentra en lo que visten, ni en la forma que llevan sus peinados y mucho menos se encuentra en la música que escuchan. La declaración de sus principios se halla en sus miradas. Miradas que cuando te detienes a detallarlas te muestran vagamente, pero te muestran aquello que están buscando: salir con menos golpes de esta escuela.